Si, ahora nuestro
momento es fantástico, aquella época fue fascinante que suerte tuvimos de
vivirla de ese modo y lo mejor de todo es que parece muy cercana aun a pesar de
haber pasado algunos años.
No todo el mundo tiene la suerte que tuvimos nosotros que
antes de ser pareja fuimos amantes furtivos con todo lo que conlleva, noches de
pasión, riesgo, lujuria, ansia de devorarnos y de vivir el momento sin más, sin
pensar en el futuro y mientras creciendo no solo nuestra pasión si no un amor
que hoy en día vivimos minuto a minuto y que afianza la base firme que
disfrutamos como pareja.
Ese fin de semana podía ser como otros que vivimos pero
hacia ya casi dos meses que no habíamos podido quedar y el deseo acumulado se
notaba, estábamos especialmente sensibles, cada vez se hacía más difícil estar
alejados, las circunstancias en nuestra vida diaria iban más lentas de lo que
queríamos y ese momento de estar juntos para siempre parecía que no iba a
llegar nunca.
Desde las diez de la mañana que nos habíamos encontrado en
aquella habitación de hotel no habíamos dejado de besarnos, acariciarnos y
sentirnos.
Nos habíamos amado ya dos veces la primera con lujuria,
desenfreno y una necesidad apremiante, la que da la ansiedad de la lejanía y del
deseo acumulado. Sus manos buscaban, acariciaban, pellizcaban mis senos, mis
caderas, todo mi cuerpo.
Su boca era utilizaba de diversas formas placenteras y
sexuales, besaba, mordisqueaba y lamia cada centímetro que se encontraba en su
recorrido por mí.
Ya en la cama la pasión se desbordo de tal modo que dejo
salir a su dragón, era todo manos, lengua, labios, cada parte de él era
utilizada para darme placer, su forma de amarme era intensa y fuerte, me poseía
de una forma tal que era lujurioso, primitivo, no era un momento de dulzura
solo de pasión tal cual básica y directa.
Eso hacía que mi sexo húmedo se preparara con premura para
recibirle, esta vez no lo preparo con sus caricias, su erotismo y mi mente lo
hicieron estaba preparada para Marco, me puse a cuatro y apoyada con las manos
en el cabecero de la cama comenzó a embestirme como jamás lo había hecho y lo
que más me sorprendió es que yo le pedía mas y mas fuerza, deseaba que entrara
todo él con cada penetración, nuestras respiraciones, gemidos, los golpes del
cabecero en la pared con cada embestida recibida, nos hicieron adentrarnos en
un mundo de dos sin igual en el cual un orgasmo al unisonó fue el colofón de
nuestro deseo.
Nos tumbamos boca abajo uno al lado del otro, recuperando el
aliento nos mirábamos y sonreíamos, ahora así éramos conscientes de la invasión
de lujuria y pasión que habíamos vivido hacia unos minutos.
No sé cuanto dormiríamos porque cuando estábamos juntos esos
fines de semana tan nuestros y especiales el tiempo se paraba, el reloj no nos
importaba, nuestras vidas diarias ya no contaban, dejaba de ser esposa y madre
para ser solo su amante.
Pero me desperté con una sensación de cariño en mi piel,
pequeños y suaves besos recorrían mi rostro, bajaban por el cuello e iban
acompañados de caricias tan delicadas que apenas las sentía en mi piel solo
roces.
Me pidió que no abriera los ojos que solo sintiera como me
iba hacer el amor en toda la extensión de la palabra, podía notar cada caricia
de una forma muy diferente, esta vez no era lujuria era amor.
Sus labios gruesos y mullidos morreaban los míos buscando
cada curva, les atrapaba jugando a mordisquearlos muy suavemente, esta vez no
entraba en el juego su lengua lasciva como antes, esta vez era pura delicadeza
que me excitaba si cabe más intensamente que antes.
Cuando empezó su recorrido por mi cuerpo creí enloquecer a
pesar de haber tenido varios amantes en mi vida él era mi maestro amante, le gustaba el sexo tantrico y era lo que
estaba haciendo basarse en las sensaciones y el placer.
Solo deseaba que yo recibiera y así lo hizo, se dedico a mi
en cuerpo y alma, yo le respondí con cada gemido y respiración intensa,
controlando mi ansiedad para no echar a perder el momento.
Fui suya y me entregue como si esa fuera la última vez, su
lengua me recorría suave y cálida en mis senos, vientre y sexo…
Ahí se explayo por completo, sentía cada lamida como
recorría cada rincón del clítoris, como jugaba con el laberinto buscando mi
botón de placer, lo ansiaba dulcemente para después penetrarme cual falo con su
lengua, era suave y delicioso pero también muy sensual.
Aguante lo que pude humedecida al máximo, dilatada hasta tal
punto que podían entrar varios dedos dentro de mí, cuando ya no pude más me
derrame en su boca entre gemidos demasiado altos.
Le pedí que me besara necesitaba saborear de sus labios mi
placer y con ese sabor en mi boca me quede mientras le vi alejarse hacia la
puerta del cuarto de baño.
Se volvió hacia a mí y su mirada de ojos verdes achinados me
paro casi el corazón como hacia siempre, su sonrisa esta vez amplia que
mostraba muy poco debido a su timidez era toda mía le embellecía el rostro y
dejaba ver al verdadero Marco ese del cual estaba enamorada hasta lo mas
profundo de mi ser.
El tiempo se paro mientras le vi avanzar hacia allí, mi
mente quería retener su figura, me acomode perpendicularmente en la cama
estirada boca abajo, la cabeza apoyada en mi mano y el codo posado en el colchón,
en esa posición le veía perfectamente al dejar la puerta abierta.
En el hilo musical comenzó a sonar una melodía muy singular
de un intérprete que me fascinaba muy adecuada para el momento titulada
“Delfin” sonreí
(A partir de aquí si lo deseas lee con la música de fondo la intensidad de la lectura sera mayor...)
Toots Thielemans
Ayelen
Se disponía a ducharse, no hubo ropa que quitar porque ya
llego allí desnudo, mmm como me gustaba verle así, tenía un cuerpo muy bonito,
siendo deportista tenía el punto justo de musculación tremendamente masculino.
Entro en la bañera que tenía una mampara de media hoja que
me permitía verle, abrió el grifo y el agua empezó a caer…
No podía quitar mis ojos de él, mi mirada le recorría de tal
manera que casi podía sentir el tacto de su piel.
Cuando el agua empezó a recorrer su cuerpo suspire, mi
aliento ya era solo suyo se lo había regalado en ese instante, decidí ser el
agua que le recorría y sentir cada centímetro de su piel, esas gotas que comenzaban por su cabeza
serian las portadoras de mis sentimientos al recorrer todo su cuerpo al verle
en ese momento tan personal, necesitaba ser parte de él como ellas lo eran las
envidie y tenia celos del agua.
Adore su cuerpo en ese instante pero casi mas su alma porque
sabía que eso era dedicado a mí y aunque la pasión quería ser la protagonista,
su alma estaba ahí luchando por su lugar porque era un regalo para mi persona,
para mi mirada, para mi sentir y cuando se regala de tal modo solo se hace con
el alma por eso lo sabía.
El agua era la afortunada pero por su rostro y en ese
momento por su mirada hacía a mi supe que nada ocuparía mi lugar, ella era un
simple instrumento pero sus ojos
buscaban los míos en la distancia, sus labios con sus sensuales movimientos
expresaban con palabras mudas el deseo de que le acompañara.
Pero yo estaría en la distancia tan lejos y tan cerca a la
vez.
Y cuando entendió que solo observaría ante mi negativa con
la cabeza sonriendo pícaramente, comenzó su ducha y mi yo recorrido por él…
El agua y yo comenzamos a sentirle en nuestro recorrido, un
chorro desde su cabeza repartía las sensaciones por vivir, nos expandíamos por Marco,
bajábamos mojando sus bonitas pestañas, pasando por su nariz, nos demorábamos
en sus labios mullidos y gruesos que tan bien besaban, incluso nos colábamos en
la boca sintiendo esa lengua que tanto hacia sentir que podía ser lasciva y
dulce a la vez.
Pasábamos por la barbilla demorándonos en el hueco exquisito
debajo del labio inferior que tanto me gustaba besar, esa curvatura que a veces
lamia en momentos de pasión, seguíamos hacia la nuez un toque varonil por
excelencia que dibujaba una suave línea invisible en el cual la tinta mágica
era el agua y yo convertida en la escritura sobre el dejando un mensaje de
sensaciones.
Nos expandíamos en multitud de ellas hacia esa clavícula que
adoraba, amplia y marcada, a ese torso fuerte y duro el cual conocía muy bien
porque con su fuerza cuando estaba encima de mí amándome sentía su dureza y
también me reconfortaba cuando me apoyaba en el en momentos de ansiedad.
Y llegábamos mas allá, por sus brazos fuertes y sus manos
agiles en sus caricias, para acabar en unos dedos los cuales cada milímetro de
ellos eran conducto de sensaciones diversas y maestros en buscar mi placer
cuando ahondaban en mi sexo.
Cada chorro de agua nos hacia crecer y yo me multiplicaba
con esas gotas no daba a basto en mi sentir, ya que sus brazos al doblase me
hicieron volver a la parte delantera de su cuerpo, caía hacia su cadera que tan
bien sabia mover en sus profundas penetraciones, recorriendo ese triangulo
perfecto que tanto me gustaba acariciarle el cual precedía a un pubis semi
depilado muy excitante.
Yo sabía dónde iba después y ansiaba llegar a esa parte de
mi amado pero él como queriéndome hacer sufrir, como si supiera que en ese
instante yo era las gotas de agua que le recorrían, se giro de espaldas y ese
chorro cayo por su espalda y yo también, sentí su forma y, sus curvas, seguía
el conducto maravilloso que iba a una parte que me fascina de mi hombre su
culo, era un vaivén en él, una forma perfecta y mullida.
Era mi montaña rusa mojada particular y me transportaban a
unas largas piernas torneadas y fuertes por el ejercicio diario para acabar en
los pies.
Decepcionada pensé que no podría recorrer su zona de placer,
pero entonces él se volvió y me miro sin saber que en realidad estaba mas cerca
de el de lo que pensaba y conduciendo el chorro hacia allí inundo esa zona
especial entonces yo ya no fui gotas, fui un chorro intenso que recorría cada
milímetro de su pene, en principio de golpe y rápido pero cuando me disperse en
pequeñas gotas me demoraba en recovecos especiales y personales disfrutando el
momento, de repente el agua ceso, pero yo me quede allí sola sin mi compañera
de viaje el agua, aparcada en su sexo y dividida en pequeñas gotas que acotaban
esa zona muy mía y entonces le sentí mas que nunca.
Le mire y era pasión, era fuego debajo del agua que hacia
arder esas gotas en las que me convertí por unos instantes, porque el deseo
estaba anulando mi razón, porque debajo de esas sensaciones había algo tan
sencillo como es el amor que fluye con
cualquier mínimo detalle.
Ya no tenía celos del agua porque yo era su invitada, solo
me dio paso a mí en esa experiencia porque ese efecto que él producía en mi era
mutuo.
Uhmmm pero qué manera más apasionada de amar, y es que cuando las almas están alejadas luego los encuentros son doblemente apasionados, así que no me extraña que vuestro encuentro fuera así, al sentir tanto deseo de teneros, las aguas fluyen en deseo.
ResponderEliminarMe encanta como lo relatas, haces ver las imágenes.
Te felicito por esta aventura en tu Edén. Y muchas gracias por todos tus comentarios en mi blog, que pronto responderé. Yo también leeré todas tus entradas porque son un auténtido deleite.
Besos.
Gracias a ti Maria, es un placer que te guste.
ResponderEliminarEsos amores prohibidos como era el de este relato sacan lo mejor de las sensaciones mas ocultas.
A mi me encanta tu estilo dices mucho
Besos