· Ese día sentí que deseaba que hacerlo y tal cual fue os lo relatare
Ayer por la noche cuando conversamos vía telefónica me lo preguntaste ¿Alguna
vez te has observado mientras sientes placer frente a un espejo?
La verdad es que nunca lo hice ni pensé en hacerlo, sí
que me observe con
diversas parejas a lo largo de mi vida en mis contactos sexuales, sus caras,
sus expresiones, la conjunción de ambos cuerpos enredándose cual serpientes,
piernas enredadas, sexos irguiéndose, abriéndose y ocultándose a la perfección
con lujuria y pasión.
Mi rostro, los suyos, me fascinaba especialmente cuando mis relaciones habían
sido con hombres de color, ver esa mezcla de pieles en un espejo, le daba más
morbo, me resultaba natural, le daba un toque primario fascinante.
A ellos debía de gustarles también por su avidez al observarme
cuando nuestras miradas se encontraban en el espejo, en nuestros juegos
amorosos.
Así que al levantarme, después de la ducha me di mi habitual masaje con body
milk y después de echarme unas gotas de perfume en el cuello, senos y sexo
decidí hacerlo.
Prepare el ambiente con mi música preferida y me observe en el
espejo…
Está en la habitación es de pie, rectangular muy moderno y recto, poco
expresivo pero en este caso como siempre cuando me reflejaba en el la expresión
la pondría yo.
Lo posicione frente a la cama y allí me senté, me observe
detenidamente, era yo la mujer de siempre con mucho para dar, con mucho oculto
aun, tus palabras de nuevo en mi mente…
-¡OBSERVATE!
Y lo hice detenidamente, allí desnuda desee ver mi transformación de persona, a madre y MUJER.
Y me mire…
Los años no me habían tratado mal, tenía cositas que no me gustaban, como todas
las mujeres yo siempre me exigía más, la coquetería que nos lleva en ocasiones
a cambios para gustar a los demás y a nosotras mismas.
Observe mis piernas largas, un metro desde la cintura hasta el tobillo un día
por curiosidad me las medí cuando era más joven, los otros 70 cm de cuerpo.
Estire una de ellas, era tersa aun, suave, recién depilada e hidratada, cuanto
caminaron, cuanto recorrieron, cuanto abarcaron esas piernas cuando me enredaba
con mis amantes jugando atraparles, sobretodo recordé como me gustaba rodearles
con ellas cuando yo estaba tumbada y su penetración era profunda, deliciosa y
yo nunca deseaba que salieran, entonces rodeaba sus nalgas impidiendo la
separación, deseaba en esos instantes que estuvieran siempre dentro de mí.
La acaricie, aun torneada…aun joven, aun me gustaban y gustaban, siempre fueron
estilizadas, ahora algo más torneadas y es que el tiempo pasa, pero las
reconocí eran las mismas las que bailaron alegres y que me llevaron a sitios
maravillosos, las que me hicieron huir en momentos peligrosos que no quiero
recordar.
Esa pierna acababa en mi pie que tantas veces calce con múltiple calzado, el
cual junto con mi atuendo expresaba mi momento, expresaba mi sentir, mi ánimo,
tacones elegantes, eróticos y femeninos, calzado deportivo en mis
momentos familiares de juego infantil y animal, pies que sintieron dolor, pero
que también dieron placer al recorrer cuerpos desnudos, al sentir piel
caliente, al acariciar sexos erectos al pensarlo me estremecí con el
recuerdo sobretodo tu sexo.
Y mi vista continuo su recorrido y subieron a una parte que adoro en mí, mis
senos siempre de buen tamaño, senos que jugaron, que fueron besados, lamidos,
mordisqueados, que expresaron gozo y excitación poniendo erectas las
aureolas, expresaron tensión, frío, lujuria, pero también hicieron
algo que valoro como nada, dieron alimento al universo de mi vida, a mi razón
de vivir, dieron cobijo también en momentos difíciles y placer adulto en los
momentos de gozo.
Y los toque y reaccionaron, siempre fueron así de rápidos, reaccionaban a todo,
eran una parte de mí que expresaba como soy y al instante pensé en
ti, ¡OBSERVATE! Decías… ¡OBSERVATE MÁS Y SIENTETE!
Seguí hacia mi cintura menos marcada que en el pasado y a mi vientre, que fue
cobijo de la vida, el refugio de la semilla hecha de amor, donde creció para
darme el placer de parir, donde se fue creando algo maravilloso y bello la
huella que dejaría al irme de aquí, mi retoño.
Pero también era el vientre que tantas veces besaron, el cual sintió el roce de
sexos erectos, de pubis ansiosos que buscaba con esos roces un lugar
cálido para su refugio, de labios ávidos por llegar a la antesala de mi
secreto.
Cuantos momentos de caricias y besos, lo roce ahora cerrando los ojos y sentí
recordando ese placer sobretodo el que tú me dabas.
Como un resorte mis manos saltaron a otra parte de mi cuerpo… pero aun no era
hora de gozar, solo de observar y debía hacerlo mirándome al espejo, lo que se
reflejaba allí de mi estaba haciendo que apreciara detalles que en el día a día
no reparaba en ellos.
Ahora observe mi cabello rizado, abundante, suave, ese pelo que tantas veces
también envolvió amantes, ese cabello que acaricio cuerpos desnudos en su
masaje tántrico y que en momentos de juego sexual intenso donde el sudor
erótico hacia su aparición por el deseo, mi cabello se pegaba al cuerpo siendo
testigo de esa pasión que vivía, la misma pasión que tú ahora me hacías sentir
en este análisis erótico, solo tú.
Lo recogí en mis manos y lo solté, cayendo en cascada con algunos mechones
juguetones sobre mis senos.
Me gusto lo que vi, me sentía femenina y mujer, adoraba esa sensación, era yo y
mi rostro se tornó mas cálido, mis ojos tenían otro brillo ¿Seria de gozo? No
aun no, deseaba verme transformarme ante el espejo.
Sí que me había observado en múltiples ocasiones hacer el amor junto a mis
amantes cosa que me excitaba al máximo, el ver el reflejo de esos cuerpos
desbocados buscando placer, lujuria ese reflejo tremendamente morboso, pero
ahora quería que fuera un observar en soledad, ver mi rostro y mi cuerpo
llegando al placer personal.
Y lo hice…
Baje la mano a mis senos y los acaricie gozosa, al instante suspiros indicaron
el comienzo de mi placer, mi rostro cambio, la mirada se volvió más penetrante
buscando placer y gozo, mis ojos brillaban expectantes ante lo que iba
acontecer, mi boca entreabierta y saliendo de ella suspiros intensos, mis
pezones respondían rosados y erectos.
La otra bajaba a ese sentir húmedo entre mis piernas, moviendo mis nalgas me
posicione abriendo mis piernas, mi sexo depilado perfecto, el ver así esa parte
de mí siempre me excitaba, estaba tan dispuesto y tan preparado, observe sus
labios vaginales sin tocarlos, parecía mentira algo que se veía tan cerrado y
tan pequeño que pudiera dar vida en su dilatación, pero que también pudiera ser
el rincón del placer más delicioso del mundo en el que el gozo llegaba a lo
máximo.
Quise observar más con las dos manos al unísono acaricie con la yema de mis
dedos, de nuevo mi mirada cambiaba, mi respiración también porque me estaba
sintiendo, estaba explorando y fijándome en mis reacciones como nunca lo hice y
me fascinaba ese cambio en mí, parecía otra una que nunca supe que podía llegar
a ser.
El aire tranquilo de mi expresión se tornaba sensual, mis labios más jugosos,
mi boca más entreabierta pidiendo, mi voz ahogada por gemidos y respiraciones
agitadas, mis pulsaciones aumentaban con ese cambio, mis ojos
picarones, provocativos y eróticos, una mirada sensual y sexual de dejarme
llevar por el gozo y el placer sin más.
Allí reflejado en el espejo mi sexo invitaba, se abría la puerta al deseo,
separe mis labios vaginales, el clítoris burlón de tamaño generoso asomaba, mi
laberinto como le llamábamos tu yo, como te gusta deleitarte con él, dices que
te encantaba buscar con tus labios y tu lengua, ahora pedía ser tocado y
acariciado, algo de brillo de mi humedad estaba allí depositada ya.
La toque y mis yemas se empaparon, jugué con ellas buscando recovecos secretos,
pellizcando suavemente ese clítoris preparado y buscando me topé con el botón
especial, hinchado ya notorio, excitado y solo un roce me indico que
estaba activo, que sentía con vida propia e insistí un poquito y entonces pude
apreciar en ese reflejo como mi entrada se abría cremosa invitando a mis dedos
y lo hice.
Uno de ellos se coló penetrando poco a poco, jugando agrandar esa puerta, otro
le acompaño y la entrada se abría deseando invitar a mas, la excitación iba en
aumento como mis gemidos y mis latidos.
Con la lengua relamía mis labios, los ojos se cerraban, pero los abría de nuevo
para observarme, que gozo y placer verme así era morboso y lo mejor es que en todo
momento solo pensaba en ti y en tu deseo ¡OBSERVATE…!
Ahora mi gesto lascivo quería más y saque los dedos para introducir
algo más grande que me llenara, un hilillo de mi esencia salió lenta y no pude
evitarlo esos dedos brillantes me provocaron, tuve que probar la deliciosa prueba
de mi placer.
Al lado en la cama mi juguetito esperaba su turno, un vibrador de punto g
curvado maravilloso, no muy grueso pero si con un diámetro perfecto para
encontrar mi placer interior, lo sé no eras tú, nunca nada podría compararse
con tu pene perfecto de tamaño y forma el cual me hace llegar hasta el más
intenso placer que jamás viviera, pero ahora tu no estabas, aunque te sentía a
mi lado.
Lo introduje un poco solo la punta despacio estaba suave y blando, me observe
en el espejo mientras un gemido inundo la estancia demasiado alto quizás pero
lo deseaba mucho y me deje llevar porque ahora tu imagen llenaba mi mente y te
sentía de un modo tal que parecía real, que ese juguete era tu falo erecto.
Por eso me penetre sin poder evitarlo hasta el fondo, esa curvatura rozaba por
dentro de una forma increíble y maravillosa en busca del placer, mi otra mano
celosa de no poder colaborar en tan increíble maniobra busco con los dedos el
botón, ese masaje y penetración al unísono era gozoso al máximo, creí
enloquecer al mirarme.
No vi a la misma mujer, no me reconocía, esa mujer era erótica, lasciva y
lujuriosa, la mirada era viciosa de placer, el brillo de la misma deslumbrante,
las señales de gozo eran intensas, mis labios entreabiertos se relamían, mis
dientes mordisqueaban ante las sensaciones experimentadas, era como ver sexo en
vivo pero lo mejor era que la protagonista era yo.
Cuando empecé con las penetraciones más rápidas estaba como perdida en esa
intensidad que me producía a mí misma, ya mis gemidos eran altos pero no me
importaba deseaba que fuera así, necesitaba expresarme tal cual lo
sentía, el movimiento de vibración de mi compañero de sexo en su grado más alto
cosquilleaba mi interior lo que hizo que el orgasmo llegara convulsionando mi
interior de tal modo que eran notorio por los movimientos involuntarios de mi
pelvis y cadera.
En ese momento mi rostro era el placer hecho mujer, fue largo, maravilloso e
ideal ese orgasmo, gocé como jamás en soledad, pero la imagen de tu rostro
estaba en mi mente.
Me observe en el espejo y sonreí, ese gozo, ese clímax, me habían hecho sentir.
Ahora te comprendía cielo, cuando me invitaste a observarme mientras gozaba,
entendía cómo te pones tú al mirarme, como te excita mi rostro, lo que veía en
mi era lo que tu provocas todos los días de mi vida.
Ayelen
Ufff no se que decir, una experiencia muy intensa y bien relatada.
ResponderEliminarQue alegría leerte de nuevo por acá amiga Ayelén, te mando un abrazo
Gracias amigo por leerlo y tu comentario un abrazo
ResponderEliminarTodo bien hasta el juguete, yo me quedo con el placer que te habrían dados esos dedos largos y cuidados, me habría detenido justo ahí, dejando caer en mis labios ese abrazo húmedo .. que quedé con ganas de descubrir.
ResponderEliminarJuan de Marco.
Cierto no es comparable, pero en ese momento de soledad todo ayudaba, pero tomo nota de toda opinión de aprende ;), gracias por pasarte
EliminarSiempre he envidiado a los espejos, guardan más cuerpos que infierno.
ResponderEliminarSon un abismo eterno lleno de secretos, a mi me fascinan , cuanto mas te reflejas en ellos y te observas mas descubres
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