Ahora mismo cierro los ojos y le recuerdo como aquella primera vez que le vi, aquella cuando corría hacia mis clases de sevillanas y de repente escuche un quejio que salía de un artista flamenco desde el fondo de su alma, una puerta entreabierta y él al fondo.
No puedo evitarlo llevo en la sangre la copla y el flamenco fue
el arte de mi vida, mi madre fue cantante esos géneros y los escuchaba mucho
Cuando ahora vuelvo hacerlo algo en mi salta como un resorte
lleno de recuerdos de amor, de pena y de pasión por el querer.
Me asome curiosa sin que me viera algo me detuvo allí a
observarle y lo que vi me fascino tanto como él, pantalón negro de talle alto,
camiseta negra de tirantes entallada, botín flamenco, un figurín en medio de
una sala frente al espejo.
Ese hombre era pura magia y su estampa correcta, pies ligeros,
mirada desafiante hacia el espejo retándolo, elegante y perfecto sin más.
Se dejaba llevar por la música tal cual la sentía, se veía que
tenia técnica pero sobretodo se veía algo imprescindible para el arte y es el
alma.
En cada giro, en cada taconeo o movimiento de pies y brazos
se dejaba casi la vida porque lo vivía
de una forma que te llevaba con él aunque solo fuera al observarle a lo lejos,
fueron unos minutos tan solo pero me quede embobada allí espiando.
Sacándome de mi alucinación mi compañera me llamo, gire la
cabeza para mirarla y le dije que ya iba, al volver a echarle una última mirada
me quede helada, unos ojos oscuros a lo lejos me observaban y salí escopetada
hacia la clase de sevillanas en la cual no di pie con bola esa tarde.
En las tardes siguientes ni me asome pasando de largo a toda
velocidad, pero una tarde estaba entornada como la primera vez y claro la
curiosidad me pudo y allí estaba el de nuevo bailando sin mirar hacia la
puerta, esta vez yo tenía cuidado de no ser sorprendida.
Aun así me abducía, esta vez estaba aun mas entregado y eso
me hizo fijarme mucho más en su físico, había más luz le veía mucho mejor, pelo
negro ondulado, una nariz afilada, unos labios que harían soñar a cualquiera
gruesos, dibujados y carnosos, mandíbula marcada, cuello largo, una espalda
ancha en la medida justa acorde con su cuerpo estilizado, una clavícula marcada
que daba paso a un torso fuerte.
Sus brazos eran fuertes y largos, acabados en unas manos
alargadas de finos dedos los cuales sin duda tendrían una sensibilidad
especial.
Su cintura fina invitaba a ser rodeada, para dejar bajar las
manos hacia ese culo endurecido por el baile, el pantalón de cintura alta
regalaba a la vista unas caderas que invitaban a ser acariciadas las cuales
guiaban hacia el secreto que seguía a su pubis, se adivinaba a la vista lleno
debajo de esa fina tela.
El movimiento de sus largas piernas me sacó de mis
pensamientos eróticos imaginando lo que ocultaba.
No me di cuenta cuando acabo la canción pero si me di cuenta
cuando él me estaba mirando y sonriendo, solo pude salir de allí deprisa hacia
la salida me sentí ridícula siempre mirando a escondidas.
Esa noche fue la primera vez que soñé con él, baile, música y al fondo una figura en la penumbra expresando pasión, unos ojos negros, sus manos acariciando mi cuerpo, unos labios cerca de los míos rozándoles apenas, ansiando besos y ahí me desperté empapada en sudor.
Estuve unos días sin ir entre unas cosas y otras, la vergüenza
de verle era una de ellas, me jure no mirar jamás y el día que me decidí a ir
como siempre tarde y corriendo por los pasillos llegaba tarde a la clase de
Carmen, al torcer por el pasillo ¡¡Zasss! choqué con alguien que me agarro más
que nada para no arrasar con el impacto.
Hasta que no levante la vista no le vi y aun así debí de
abrir los ojos como platos porque me encontré con el rostro de mis sueños el
cual tenía un aire muy divertido.
Me disculpé como pude dispuesta a salir pitando pero seguía
agarrándome y no sabía cómo reaccionar solo sé que me estremecí.
Sin duda lo noto y me soltó, se presento
atropelladamente Antonio se llamaba, me
dijo que me calmara que ya no llegaría a la clase de Carmen y que si me
apetecía tomar algo en la cafetería y entrar con el segundo turno, así me
reponía de la carrera dijo sonriendo.
No pude más que imitarle y sonreír, la verdad es que la
situación era singular el me había pillado hacia unos días de cotilla y si
ahora me hacia la escurridiza pensaría que era tonta del culo, además me
apetecía un montón parecía muy amable y estaba tremendo
El rato que estuvimos juntos en la cafetería fue encantador,
la conversación muy fluida y entre otras cosas me comento que estaba
preparándose para una prueba por eso ensayaba en esa sala tantos días a la
semana, también me conto que la dueña de la academia era su madre.
Yo le conté mi afición por la copla, sevillanas y flamenco,
hablamos de mis raíces y que me venía
por mi madre. Hablamos de música y baile, me invito a verle esta vez más de
cerca dentro de la sala sin puertas por
medio.
Como quedaba más de una hora para mi clase nos dirigimos
hacia allí, entre música y baile nos fuimos conociendo un poco más.
El verle bailar tan cerca despertó en mi un interés por el
baile flamenco especial y si él me podía enseñar mejor.
Mis visitas se fueron haciendo habituales, iba con tiempo
nos tomábamos algo y le veía bailar animándome
a veces a hacer mis pinitos con pasos y vueltas. Para él era su ratito de
relajación y para mí era el momento más esperado del día, cada día me gustaba más y algo
inevitablemente fue creciendo entre nosotros.
Siempre habíamos bailado por separado, el me enseñaba frente
al espejo pero un día se acerco mas para
colocarme la posición de las manos y ese roce me encanto, a él también pareció
gustarle porque la mirada que se reflejo en el espejo frente a nosotros le
delato, su agarre se convirtió en caricia, sus dedos bajaban despacio por mi
brazo, nuestras miradas se cruzaron me giro frente a él, nuestros rostros
estaban muy cerca, nuestros labios apenas a unos centímetros…
Unos golpes en la puerta hicieron que nos separáramos de
repente, era Carmen que se dio cuenta que algo había interrumpido, sonriendo le
pidió a su hijo que ese día cerrara él la academia, le comento que no quedaba
nadie allí y se despidió guiñándonos un ojo picarona.
Me disponía a irme pero me Antonio me dijo que esperara que
iba a ver si estaba todo bien y a cerrar la puerta de la academia y revisar las
luces.
Yo allí, en medio de la sala iluminada con la música de
fondo que adoraba, con mi top negro de tirantes y mi falda negra de volantes de
sevillana, el pelo recogido en un moño con una peineta.
Estaba nerviosa por los instantes vividos antes y por estar
allí sola con el ahora, habíamos estado a punto de besarnos como en mi sueño.
Me saco de mis pensamientos el sonido de sus pasos acercándose y me dio un vuelco cuando vi que
entraba.
También se le veía nervioso aunque con su bella sonrisa
intentaba que no se le notara.
Se dirigió al compacto y puso una canción y sin mediar palabra me tendió la mano, solo me dijo
- - Déjate llevar
Y en ese momento lo hice y frente al espejo observando cómo
se colocaba detrás de mí la música comenzó a sonar y nuestro mundo flamenco se
cerró solo para nosotros.
El comenzó a bailar a mí alrededor, mis manos solo acertaban
a dar palmas acompañándole también con mi pie marcando el ritmo y a mirarle
frente al espejo.
Sus manos se movían alrededor de mi cerca de mi cuerpo,
jugaba sin tocarme marcando los tiempos colocándose a mi espalda, sus manos
comenzaron acariciarme al compas de la música, yo cerré los ojos solo sentía…
Tocaba mi cabeza con delicadeza, bajaba por mi cuello
acercando no solo sus dedos si no también sus labios sin rozarme, solo podía
sentir su cálido aliento el cual me hacia estremecer, deseaba sentir sus besos
pero su juego solo acababa de comenzar.
Las yemas de sus dedos recorrían mi cuello suave al unisonó,
bajando a mis hombros dibujando encima de mi top la forma de la misma acabando
en mi cintura
Las palmas de su manos suavemente subían por mi espalda
hacia mi moño agarrando la peineta soltó mi cabello rizado el cual cayó en
cascada hasta la cintura, se pego a mi cuerpo agarrando mi cintura, su rostro
se mezclo con mi cabello aspiro su aroma a perfume y creí enloquecer al notar
como su secreto se endureció pegado a mis nalgas.
Mis pezones reaccionaron al instante él lo debió de apreciar
en el espejo, yo aun tenía los ojos cerrados quería sentirle en mí en lo más
profundo, sus manos esta vez subieron a mis senos las yemas de sus dedos
jugaban con mis pezones endureciéndoles aun mas, bailando con sus manos rozaba
toda la extensión mis pechos jugando con su
redonda forma.
La calidez en mi ya era notoria, sentía una pasión que jamás
viví, abrí los ojos y le vi, su mirada era intensa, apasionada, lujuriosa y a mí
me fascinaba.
Ladee mi cabeza y Antonio busco mi cuello, comenzó a
recorrerlo sin tocarlo, su cálido aliento era fuego para mi, deseando que me besara
y lamiera.
Pero el seguía jugando a excitarme, mis respiraciones
comenzaron a ser intensas, seguía pegado a mi
rozando su dureza, haciendo con ello que humedeciera mis braguitas.
Mientras una mano se colaba debajo de mi sujetador
tocando uno de mis pezones, la otra
lateralmente bajo recorriendo desde la cintura hasta el muslo, agarrando la
falda de volantes y subiéndola
lentamente, ágilmente la engancho a la cinturilla dejando mi pierna al
descubierto.
Su mano acaricio mi piel haciéndome estremecer, recorría con suavidad hasta mi culo colándose
debajo de mi ropa interior acaricio mis nalgas, pero no ceso en su recorrido y
de atrás adelante dibujo un camino con
uno de sus dedos el cual se humedeció de mi esencia, la dilatación de mi sexo
le invito a colarse dentro de mí y él lo hizo.
Con suavidad me penetraba al son de la música y como bailando ese dedo hacia círculos eróticos dentro de mí, que me excitaban si cabe mucho más aun.
Comencé a gemir, aun en la misma posición detrás de mí con
paso suave me llevo al espejo y me pego a él, mientras ya dos de sus dedos actuaban dentro de mí.
Al momento me giro frente a él, y me beso con mucha pasión,
me morreaba los labios con premura, con ansia la misma con la que le
correspondía yo, mis manos buscaban su dureza y la encontraron acariciaron con
firmeza y su respiración mezclada con nuestros besos me indicaba que estaba tan
excitado como yo.
Desabroché la cremallera y le baje un poco el pantalón, para
acariciar su pene erecto y cálido sacándolo de su prisión, mi caricia le tenso
un poco más un poco más, bajando mi top me saco un seno lo lamio y beso, chupando
con ansiedad el pezón mordisqueándolo incluso.
Nuestra ropa fue desapareciendo por arte de magia esparcida
por el suelo, nuestros cuerpos desnudos y ardiendo se buscaban, para culminar ese
fuego que comenzamos bailando
Caricias, besos y ardor a raudales, música flamenca y baile
deliciosa combinación
Y cuando ya no era suficiente allí apoyada en el espejo levanto mi pierna en alto me penetro hasta lo más hondo de mí ser
Embestida tras embestida sudando placer a raudales llegamos
al clímax ambos a la vez, de repente silencio, miradas intensas, fluidos y
respiraciones agitadas
El ambiente lleno de erotismo, lujuria y deseo me llevo en
esa ocasión a vivir junto a EL mi pasión flamenca.
Ayelen